martes, 27 de noviembre de 2007

Y a pesar de todo me siento feliz

Hoy fue uno de esos días, te levantas con la sensación de estar a punto de tener un infarto, todo te da vueltas, y no sabes como decirle a la gente que te sientes mal sin que hagan un escándalo que agrave tu situación al causarte un dolor de cabeza.

Sabes que te levantaste de mal humor, lo que significa que por ley de Murphy hoy van a hablarte de lo que menos quieres escuchar; vas a pelear con quienes te rodean pues no entienden que no quieres saber del mundo en este momento, no quieres saber de política, de chistes de mal gusto, de nada de lo que ellos con sus risas idiotas vienen a traerte. Y sin embargo, hoy pude sobrevivir y estoy feliz.

El día fue lo que sabías que te esperaba, la gente hablando de cosas que no te interesan; eso no trae sorpresas, hay cosas predecibles.

Todo este día fue un desfile de situaciones que resultaron cuando menos desagradables, y en algunos casos las cosas rayaban en lo absurdamente desafortunado, todo parecía estar al revés de lo que necesitabas sucediera; y sin embargo, sólo quieres recordar tres cosas del día: la nota, el rostro de ella, y la suave lluvia.

Son esos tres elementos los que se mantienen en tu mente mientras estas en tu cama, mientras esperas cerrar los ojos. Por primera vez en ocho años sientes que quieres sólo dormir, que esperas despertar al día siguiente.

La manera como ella te atendió en la tienda, el rostro tan bello que tenia la joven y la tranquilidad que transmitía; todo eso te parecía justa retribución por el dinero que ibas a reclamar, pero ella pensó que debía entregártelo. Saliste de ahí con esa cara grabada en tus parpados, sabiendo que no querías olvidar ese rostro.

La nota no es lo importante de lo que recuerdas por ella, sino el sentimiento de éxito al fin. El sentir que algo al fin salió bien, que pudiste lograr algo aunque en realidad carezca de trascendencia. Esa pequeña victoria es algo que necesitabas saborear, una prueba de que existe la esperanza.

Una suave lluvia te mojó en la tarde, y a pesar de que nunca es bueno estar mojado, te trajo algo de frío para contrarrestar el calor interno y externo que te quemaba. Ese fuego se extinguió y ya puedes hacer algo con tu día sin el dolor de las llamas consumiéndote.

Por eso hoy sientes que la esperanza existe, y aunque sabes que las llamas volverán, que los mismos comentarios inútiles vas a tener que escucharlos una y otra vez, que las cosas volverán a salirte mal; ahora has saboreado las pequeñas victorias, has visto el rostro de una diosa y has visto que las llamas pueden apagarse aunque sea un momento.

A pesar de todo lo te tiene que suceder, de lo que has visto está escrito en tu destino, hoy sientes que el futuro puede traerte algo bueno. Esa es la razón de que te sientas feliz, por primera vez puedes decir que sientes dicha. Y eso es lo que más preocupa, pues ya nada es igual y muy posiblemente ahora vuelvas a sentir el dolor de cuando las cosas salgan mal y la esperanza se vea cada vez más falsa.

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