miércoles, 16 de enero de 2008

dificil despedida



Cruel destino de un viajero de la vida el que me toca encarar hoy, pues nuevamente me toca decidir entre las cosas que me son amadas, todo aquello que anhelo poder hacer en estos días y que es en los días por venir que se iban a realizar por diversas razones; y las responsabilidades que nacen de una decisión tomada por una tercera parte que ostenta el poder.


Las cosas que dejo atrás son muchas en realidad, ellas tienen su tiempo de existencia contado y es por eso que no quiero dejarlas; pero también ando contrarreloj por cumplir esas horas del Servicio Comunitario OBLIGATORIO, en realidad el solo tener la palabra obligatorio le da un carácter repulsivo para mí, soy del tipo de personas que no le importó la
opinión del medico a la hora de nacer (el residente me tuvo que cachar por que salí sin asistencia, en serio sólo se pudo poner un guante y creo que fue el de béisbol).

Sin embargo, es por ley que debo cumplir ese servicio y no tengo mucho tiempo para hacerlo. Pero el saber lo debo sacrificar por el capricho de otros, y para poder graduarme, me tiene desde hace horas al borde de la depresión. No es común que me pase por la mente siquiera el poder llorar, y hoy en la tarde cuando por primera vez me encontré sólo en mi casa de Margarita, y caí en cuenta de que hoy era mi ultima noche aquí, estuve a punto de llorar lagrimas de sangre (lo siento viejo habito de hacer referencia al llanto de los vampiros como el de mayor dolor).

La cuestión que sentí en ese momento no fue normal, era un peso en el alma y el corazón mucho más fuerte que el que te genera una perdida de un ser amado. La manera que yo creo mejor puedo usar para describirla, y sería usando las palabras de la autora de Harry Potter, es como describen el ataque de un dementor. Sentí que repentinamente todos los pensamientos y sentimientos felices se esfumaron, que la esperanza yacía herida mortalmente frente a mis ojos y nada era posible para mí hacer en su ayuda y que me descargaba muy rápido.

La descripción hecha de esa manera también me vino a la mente por la manera como logre frenar el efecto de esos sentimientos, y los sentimientos mismos. Llegue a la casa directo al baño, llevaba media hora caminando desde un sitio donde me quede y necesitaba usarlo desde hacia como 15, entré al cuarto de baño y me pegó de inmediato la sensación descrita. Quedé sentado en “el trono” con los ojos aguándose, una sombra posándose sobre mi ánimo y un nudo en la garganta que me dificultaba el poder respirar.

En ese momento que sentía las lágrimas a punto de salir, cerré los ojos y dije: “Los lobos nunca lloramos, aullamos en momentos de gran dolor” y por alguna razón se formó en mi mente la imagen de una jauría de lobos aullando y con estos aullidos creaban una burbuja de luz. Inmediatamente abrí los ojos, secos y sin ganas de llorar, y me sentí de nuevo normal.

Pero ahora que han pasado horas de eso, me vuelve a embargar el sentimiento de que abandono lo que amo por una obligación por segunda vez en un semestre. Vuelvo a sentir el desgarrador dolor de cuando partes dejando los deseos atrás ya que la sociedad te exige ese sacrificio, y el natural odio a quienes hacen que tengas que tomar tal acción. El camino que se me presenta no es uno que quiera recorrer, y a pesar que tengo muchas personas esperando mi llegada quisiera poder ser egoísta y dejar que esperen en vano.

Me despido mientras escribo esto de la paz que me rodea en este sitio, ya que allá es demasiado el ruido, el humo y el estrés en el aire. Me despido de lo que siento que dejo por culpa de otros: de la luna y su reflejo en las olas, de la inocencia y de amigos de años, del contacto más directo con la naturaleza, de la movilidad que tengo aquí aún sin carro, de tantas cosas que en este momento desfilan por mi cabeza y que sé que allá no tengo ni la esperanza de poder ver.

Es tal vez por eso que sentí la necesidad de escribir lo que siento, pues en algún lado tenía que drenar lo que siento; y este medio es más sano (aunque más lento también) que el de hacerlo en mi piel con un objeto cortante.

Espero poder pronto pasar otro escrito un poco más alegre, o por lo menos no tan personal y tan cargado de negatividad. Todo depende de que tan pronto logre pensar en algo más que escribir, y cuanto tiempo consiga en la computadora.

sábado, 12 de enero de 2008

inicio de un ciclo

una de las cosas que quiero cambiar este año es que muchas de las cosas que hago las mantengo en secreto (no porque las considere malas, o lo sean, sino por que soy timido) y tiendo a buscar desviar la atención de mí narrando las cosas extrañas que le pasan a otros (gracias a Dios tengo un iman para los fenomenos y no se me acaban los cuentos). Pero este año voy a mostrar una parte de mis escritos que nunca en su existencia han visto la luz ( los escribí en total ausencia de luz, durante apagones de media ciudad, o en sitios donde no prendia las lamparas) y les ruego me comprendan si tardo en traducirlos al lenguaje normal de la gente.
Esos escritos comprenden en su mayoría cuentos, aunque tengo uno que otro que versa sobre la manera que veo aspectos del ser humano y que muchas personas me diran que no son así.
Bueno sin más les dejo el primero de ellos, que forma parte de una serie que tendrpor final la letra de una canción ( si logro llevarlo a ese punto).



P.S: soy medio obsesivo que la foto tiene que mostrar lo que tengo en mente, sin importar donde la consiga asi que comprendan el origen de la foto

Sweet little brother: envy

Dijo: “Te lo advertí que si le hacías sufrir, me iba a molestar. Ahora ves que era en serio, pero no te voy a dejar morir por ahora”. Haló un poco más la cuerda, separando el cuerpo del adolescente unos centímetros del piso; lo hizo lentamente para disfrutar de los crujidos de la cuerda y los músculos de su victima al tensarse y de los quejidos de dolor del joven.

Se dibujó una sonrisa en su rostro, estaba recordando la primera vez que había hecho sufrir de esa manera a un ser vivo. Conservaba las marcas donde le había mordido ese perro, pero este lo había pagado con creses por su osadía; le costó la vida. En ese momento lo impulsaba el deseo de venganza, ahora lo impulsaba el placer que le causaba el herir a una persona.

En un periodo de 4 años pasó de torturar animales, a hacerlo con las personas que él pensaba lo merecían; disfrutaba el herir a las personas y que nadie descubriera lo que estaba haciendo. Todos los anteriores fueron una dicha, pero nada le podía causar el placer que le proporcionaba el tenerlo a él en sus manos; que el poder hacerle daño a la persona que le estaba robando lo que más amaba y que además le se atrevió a hacerle daño a ella.

Volvió a su presente y a centrar su atención en Eric, un joven de 16 años, blanco, atlético, y pelo negro; ahora era este muchacho quien sería su juguete como tantos otros lo habían sido con anterioridad. Se acercó lentamente al cuerpo colgado, y con la daga japonesa que le regalara su hermana abrió la camisa del adolescente por la mitad. Pensó en las cosas del destino y de la vida, la daga tenía tallado un solitario kanji en el mango que significaba justicia; esta era la justicia del guerrero.

Ahora frente al torso desnudo del joven podría disfrutar mejor del momento en que los hombros se dislocaran producto de un tirón, además de ver los dibujos que hace la sangre al bajar cuando así lo quiera. Ahora tenía todo listo, empezaba para él la verdadera diversión y para Eric el dolor. Ya con todo listo, sólo quedaba quitarle la mordaza a su victima para poder comenzar, acto al que procedió.

Después de dos horas de diversión a costa del adolescente, donde había usado todas las herramientas que consiguió a su disposición, ya tenía a Eric al limite de su resistencia y pidiendo clemencia y perdón por unos crímenes que no cometió.

Rodrigo, con una mirada curiosa, vio los despojos humanos que ahora era el joven y dijo: “¿Piensas que no escuché sus quejidos? ¿Que no vi su sangre en las sabanas? Además si un niño de 11 años te pudo hacer esto eres un desperdicio de espacio y de aire, no te mereces estar con mi hermana”.

Acto seguido, con un ágil movimiento de la daga abrió el estomago del joven causándole una muerte agonizante. Limpió un poco el sitio y deposito los restos en una esquina. Se cambió de ropa y salió por el pasadizo secreto hacia su cuarto, mientras se preguntaba si algún día sus padres se enterarían que Vivian sobre un antiguo cuartel de la inquisición. Él con sus cortos once años ya conocía mejor la historia familiar que sus abuelos.

Su hermana entró al cuarto poco después que él lo hiciera, y le preguntó si sabía algo de Eric. Rodrigo contestó de manera natural, que “ya nunca más te va a hacer daño hermanita, no te volverá a molestar de nuevo amada mía”, la besó en los labios y salió tranquilamente del cuarto; dejando a su hermana de 15 años congelada por la sorpresa.