Cruel destino de un viajero de la vida el que me toca encarar hoy, pues nuevamente me toca decidir entre las cosas que me son amadas, todo aquello que anhelo poder hacer en estos días y que es en los días por venir que se iban a realizar por diversas razones; y las responsabilidades que nacen de una decisión tomada por una tercera parte que ostenta el poder.
Las cosas que dejo atrás son muchas en realidad, ellas tienen su tiempo de existencia contado y es por eso que no quiero dejarlas; pero también ando contrarreloj por cumplir esas horas del Servicio Comunitario OBLIGATORIO, en realidad el solo tener la palabra obligatorio le da un carácter repulsivo para mí, soy del tipo de personas que no le importó la
opinión del medico a la hora de nacer (el residente me tuvo que cachar por que salí sin asistencia, en serio sólo se pudo poner un guante y creo que fue el de béisbol).
Sin embargo, es por ley que debo cumplir ese servicio y no tengo mucho tiempo para hacerlo. Pero el saber lo debo sacrificar por el capricho de otros, y para poder graduarme, me tiene desde hace horas al borde de la depresión. No es común que me pase por la mente siquiera el poder llorar, y hoy en la tarde cuando por primera vez me encontré sólo en mi casa de Margarita, y caí en cuenta de que hoy era mi ultima noche aquí, estuve a punto de llorar lagrimas de sangre (lo siento viejo habito de hacer referencia al llanto de los vampiros como el de mayor dolor).
La cuestión que sentí en ese momento no fue normal, era un peso en el alma y el corazón mucho más fuerte que el que te genera una perdida de un ser amado. La manera que yo creo mejor puedo usar para describirla, y sería usando las palabras de la autora de Harry Potter, es como describen el ataque de un dementor. Sentí que repentinamente todos los pensamientos y sentimientos felices se esfumaron, que la esperanza yacía herida mortalmente frente a mis ojos y nada era posible para mí hacer en su ayuda y que me descargaba muy rápido.
La descripción hecha de esa manera también me vino a la mente por la manera como logre frenar el efecto de esos sentimientos, y los sentimientos mismos. Llegue a la casa directo al baño, llevaba media hora caminando desde un sitio donde me quede y necesitaba usarlo desde hacia como 15, entré al cuarto de baño y me pegó de inmediato la sensación descrita. Quedé sentado en “el trono” con los ojos aguándose, una sombra posándose sobre mi ánimo y un nudo en la garganta que me dificultaba el poder respirar.
En ese momento que sentía las lágrimas a punto de salir, cerré los ojos y dije: “Los lobos nunca lloramos, aullamos en momentos de gran dolor” y por alguna razón se formó en mi mente la imagen de una jauría de lobos aullando y con estos aullidos creaban una burbuja de luz. Inmediatamente abrí los ojos, secos y sin ganas de llorar, y me sentí de nuevo normal.
Pero ahora que han pasado horas de eso, me vuelve a embargar el sentimiento de que abandono lo que amo por una obligación por segunda vez en un semestre. Vuelvo a sentir el desgarrador dolor de cuando partes dejando los deseos atrás ya que la sociedad te exige ese sacrificio, y el natural odio a quienes hacen que tengas que tomar tal acción. El camino que se me presenta no es uno que quiera recorrer, y a pesar que tengo muchas personas esperando mi llegada quisiera poder ser egoísta y dejar que esperen en vano.
Me despido mientras escribo esto de la paz que me rodea en este sitio, ya que allá es demasiado el ruido, el humo y el estrés en el aire. Me despido de lo que siento que dejo por culpa de otros: de la luna y su reflejo en las olas, de la inocencia y de amigos de años, del contacto más directo con la naturaleza, de la movilidad que tengo aquí aún sin carro, de tantas cosas que en este momento desfilan por mi cabeza y que sé que allá no tengo ni la esperanza de poder ver.
Es tal vez por eso que sentí la necesidad de escribir lo que siento, pues en algún lado tenía que drenar lo que siento; y este medio es más sano (aunque más lento también) que el de hacerlo en mi piel con un objeto cortante.
Espero poder pronto pasar otro escrito un poco más alegre, o por lo menos no tan personal y tan cargado de negatividad. Todo depende de que tan pronto logre pensar en algo más que escribir, y cuanto tiempo consiga en la computadora.